Agroforestería o Sistemas Agroforestales (SAF), se refiere a sistemas y tecnologías de uso del suelo en los cuales las especies leñosas perennes (árboles, arbustos, palmas, etc.) se utilizan deliberadamente en el mismo sistema de manejo con cultivos agrícolas y/o producción animal, en alguna forma de arreglo espacial o secuencia temporal (ICRAF, 1982; Nair, 1993). En los sistemas agroforestales existen interacciones tanto ecológicas como económicas entre los diferentes componentes. El propósito es lograr un sinergismo entre los componentes el cual conduce a mejoras netas en uno o más rango de características, tales como productividad y sostenibilidad, así como también diversos beneficios ambientales y no-comerciales. Como ciencia, es multidisciplinaria y a menudo involucra, o debe involucrar, la participación de campesinos o agricultores en la identificación, diseño y ejecución de las actividades de investigación. Si bien son varias las definiciones de los SAF, todas ellas propenden a un manejo integrado de todos los recursos productivos que existen en una unidad de terreno.
Los SAF se orientan a permitir actividades productivas en condiciones de alta fragilidad, con recursos naturales degradados, mediante una gestión económica eficiente, alterando al mínimo la estabilidad ecológica, lo cual contribuye a alcanzar la sostenibilidad de los sistemas de producción y, como consecuencia, mejorar el nivel de vida de la población rural. En consecuencia, persiguen objetivos tanto ecológicos como económicos y sociales (Renda, 1997). La característica principal es su capacidad de optimizar la producción del territorio (unidad predial) a través de una explotación diversificada, en la que los árboles cumplen un rol fundamental.
Este rol se ve reflejado en que los árboles pueden proveer muchos productos tales como madera, alimento, forraje, leña, postes, materia orgánica, medicina, cosméticos, aceites y resinas entre otras. Por otra parte, los árboles son proveedores importantes de servicios como seguridad alimenticia, conservación de suelos, aumento de la fertilidad del suelo, mejora del microclima, cercos vivos para los cultivos y árboles frutales, demarcación de límites, captura de carbono, estabilización de cuencas, protección de la biodiversidad, recuperación de tierras degradadas y control de maleza (ICRAF, 2000).
Los objetivos o beneficios de los SAF pueden ser diferentes para cada situación y región del mundo pero, algunos de estos son ampliamente reconocidos:
- Protegen y mejoran la calidad de los suelos.
- Dan sustentabilidad a los sistemas productivos agropecuarios tradicionales.
- Diversifican la producción a través de productos madereros y no madereros utilizables y/o comercializables (madera aserrada, postes, leña, carbón, miel, frutos y otros), lo cual le asegura una mayor estabilidad y retornos económicos en el mediano y largo plazo para el propietario.
- Dado el reconocido aumento en la eficiencia biológica del sistema, ayudará a un incremento de la productividad no solo para el propietario, sino que para toda la comunidad o región.