Los bíofiltros o también conocidos como zonas de amortiguación ribereñas, control de cauces o riparian buffer, son una combinación planificada de árboles, arbustos, gramíneas, herbáceas y estructuras de bio-ingeniería dentro de un cauce y diseñadas para mitigar el impacto del flujo del agua sobre el suelo (UMCA, 2005). De igual forma, actúan para interceptar y reducir sedimentos, nutrientes, pesticidas y otros contaminantes transportados por la escorrentía superficial y/o que infiltran en el suelo alcanzando a los flujos de aguas subterráneas poco profundas del subsuelo (NRCS, 2006). A nivel del paisaje, las zonas búfers permiten llevar a cabo funciones ecológicas vitales, como parte de una red de cuencas hidrográficas que se conectan (UMCA, 2005). En relación a estos últimos, es clara la gran importancia ambiental y para la biodiversidad que estos tienen, al comportarse como zonas protectoras, y que cumplen la función de corredores biológicos que permiten la conectividad y mejora de los hábitats. En este sentido, cumplen también con objetivos ambientales como son mejorar el hábitat terrestre y acuático, además de las funciones como zona de amortiguamiento que permiten aumentar el área del hábitat, proteger hábitats sensibles, restaurar la conectividad, y proyectar sombra en los cursos de agua para mantener la temperatura.